De pensar se ha hablado mucho. Se ha dicho que es mejor hacerlo sentado que de pie. Son bastos los métodos; sin embargo, en esta ocasión nos enfocaremos en el proceso de pensar al mismo tiempo en el que se camina.
Empezará estando quieto. Se recomienda hacerlo al inicio de un camino con árboles o una vía poco transitada (Los más expertos lo podrán hacer en diversas locaciones repentinamente. No obstante, si es su primera vez, se le aconseja tomarlo con calma: la velocidad no es proporcional al resultado).  Se dará cuenta que no se está moviendo. ¡Enhorabuena! Habrá empezado a pensar.
A continuación, inhalará una cantidad considerable de lo invisible que lo rodea -de aquí en adelante le llamaremos “aire”- e inflará su pecho con añoranza (esto último puede ser reemplazado por algún otro sentimiento infinito de su elección). En breve sentirá la necesidad de exhalarlo, resista esta urgencia hasta que esté seguro que haya tomado aire suficiente (esto lo sabrá al sentir un peso extra en su pecho; si el peso es incómodo, habrá tomado demasiado aire y deberá repetir este último paso. No se preocupe, es normal que ocurra en su primera vez). Ahora, cerrando los ojos por un breve momento, sacará el aire de sus pulmones con calma. Repítalo un par de veces hasta que se sienta cómodo con esta acción.
Sentirá que la prisa habrá desaparecido. (Esto puede ser cierto, pero si tiene un compromiso previo, se recomienda que interrumpa todo intento de pensar. No vale el retraso: agítese y regrese a su rutina.) Relaje los hombros y observe la escena que lo rodea. Esto probablemente lo lleve a un pensamiento o dos y si se siente con la confianza suficiente, ceda a ellos. Si no, siga observando. En breve, sentirá la urgencia de volverse parte de lo que ve.
Ahora comenzaremos a caminar. Coloque el pie de su elección frente a su cuerpo y sienta sus huesos acomodarse con voluntad en esta postura; si lo desea, piense en ellos un poco.  Habrá perdido minúsculamente el equilibrio y colocará –sin prisa alguna- el pie que no eligió primero frente al afortunado otro (a esto último lo llamaremos “paso”). Repetirá el “paso” sucesivamente y habrá empezado a caminar. [Nota: No olvide mecer sus brazos en el orden opuesto de sus pies. Los más taciturnos, colocarán el final de estos –“las manos”- en sus bolsillos. Siéntase libre de hacer lo mismo.]
Camine –sin olvidar respirar- unos cuantos pasos (6 o 7) hasta que se acostumbre a la acción. En seguida comenzarán a surgir ideas en su cabeza que podrán haber sido causadas por dos cosas: la caminata o el paisaje; no se preocupe demasiado por esto último, y trate de ampliarlos en su mente. Estas ideas traerán consigo recuerdos y estos sentimientos y ellos expectativas. Ceda a todas ellas. Observe lo que lo rodea (los más románticos verán el cielo) y notará que sus ojos estarán ocupados sin observar realmente la escena. No se altere, esto ocurre para darle espacio a lo infinito que ocupará su cabeza; sumérjase en ello. Si no se le ha olvidado caminar, estará usted caminando al pensar.
Back to Top