“Te vas a ir al cielo con todo y zapatos”, dicen.
La idea de perpetuar el calzado nunca me ha fascinado.
La del tomate en salsa, sí.
Las uvas en pasas, sí.
La fotografía,
la Wikipedia,
los pepinillos y el queso también.
De un castigo perpetuo bajo tierra y
de un descanso celestial no sé.
Del jamón serrano y
de la programación televisiva tampoco.
Pero de la idea de perpetuar el calzado, sí.
Esa me aterra.